Este jueves, relato. Describir una fotografía.



Aún no son las dos de la madrugada, y ya empiezo a hablar solo.
Hace horas que por aquí no pasa un alma. El silencio me abraza y a veces se transforma en miedo y me atenaza... me pesa la guardia.
-¡Alto! ¿Quién va?...
Nadie, el viento o algún animal.

Ese coche... ¿dónde irá? Algún día me gustaría ir en uno, con mi familia, y conducir hasta el amanecer. Kilómetros devorando la noche y abrir los ojos en cualquier ciudad del norte del país... algún día. Son las cuatro, tengo sueño.

Ayer no fue un mal día, Claudia está contenta... creo que me quiere; hoy cuando acabe, le escribiré unas letras. Miro a todos lados con el rabillo del ojo, tengo que estar alerta, como dice el sargento: “anticiparse al enemigo”... pero ¿qué enemigo? Y en cualquier caso, estaría más preparado con un par de cafés entre pecho y espalda.

¡Mira, ya amanece! No recuerdo quien tiene que relevarme, pero a partir de ese momento todo será más fácil. Quiero confundirme con los madrugadores y descansar todavía un par de horas hasta el toque de diana. Entonces empezará de nuevo otro día.



Comentarios

  1. Siempre me he preguntado qué pasará por la cabeza de esos custodios anónimos que deben permanecer quietos, alertas e impertérritos montando guardia ante algún palacio, museo o institución en las que sin duda algún moderno sistema de seguridad será más efectivo que unos pocos guardias, vestidos de gala, enmarcan los ingresos como si fueran parte de la decoración exterior!
    Seguro que algo muy similar a lo que nos cuentas pasa por sus cabezas mientras se esfuerzan por cumplir con su (inútil)cometido!

    Un abrazo.

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  2. Alfredo una guardia perfecta, tranquila envuelta en pensamientos. Jose dice que para él era de lo peor jajajaja,tantas horas quietecito y a la espera.
    Nos gustó mucho tu texto.
    Un abrazo.

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  3. Está muy bien, pobre soldado, sin verle la cara, me doy cuenta como la debe tener, aburrido, sin saber que hacer y esperando no se sabe que cuento chino.
    Has descrito muy bien lo que se ve y lo que no se ve.
    Un abrazo

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  4. Mil cosas y ninguna pasan a la vez por la mente en esas horas de guardia con uno mismo de compañero.
    Resolviendo conflictos, inventando historias, recordando y a veces hasta decidiendo.
    pereciera que estabas metido en su cabeza.
    Un abrazo

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  5. Triste el destino del guardián que tan bien relatas. Estoy casi seguro que el día en el que pase algo importante, él no estará allí.
    Muy bueno.

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  6. La soledad del guardián, del contador de instantes, del coleccionista de historias...
    Amanece sobre las estatuas y es una suerte poder confundirse con los madrugadores.
    besos

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  7. Enigmático guardian de la noche, todo de blanco, como un chispazo de luz, quieto, solitario, esperando, preparado.

    Me has recordado aquellos vigilantes de mi infancia, uyyy, con el chuzo y las llaves !quién va! Pero el tuyo tiene un toque de misterio que hasta me parece un sueño.
    Besitooo

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  8. Terrible soledad y espera la de los soldados que hacen guardia, seguro que mas de uno podria decirnos que pasaba por su cabeza. He disfrutado con la lectura descriptiva de tu imagen, como siempre.
    Besitos

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  9. cuando en alguna ocasión he pasado por delante de alguno de estos centinelas estáticos, he pensado, cómo podrán vivir así, en ese diario ostracismo? serán suficientes los íntimos pensamientos para pasar horas y horas tan tediosas?

    un abrazo alfredo

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  10. Más de una vez he tenido que hacer guardia y como otras muchas actividades de obligado cumplimiento durante el servicio militar (afortunadamente desaparecido), me ha parecido una completa inutilidad.
    Perfectamente descrita la soledad, el hastío y la ineficacia que rodea al hecho de hacer guardia.
    Un abrazo.

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  11. Podría sumarme al comentario de Pepe. En las que me tocaron, fusil en ristre, muy al norte (de África) tenía la maravilla del paisaje, estrecho de Gibraltar, Marruecos, Gibraltar, bahía de Algeciras. Casi me gustaba hacerlas en días o noches despejados.
    Abrazo, amigo.

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  12. Usando la laxitud de esas horas donde el ser humano acorralado da riendas suelta a sus pensamientos nos detienes el tiempo y realizas esa incision donde le devuelves el compromiso de interpretacion al propio lector.

    Muy apropiado y jugoso.

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  13. El uniforme que a todos iguala y guarda anonimato; esconde vidas, historias, sueños y anhelos.
    No me gustaría nada estar en su lugar.
    Muy imaginativo, como nos tienes acostumbrados.

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