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Francis Bacon. Hymn nº 4

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El pintor de la carne y el dolor, huraño, bebedor y pendenciero. Con una vida plagada de leyendas más o menos escabrosas. Las imágenes fueron captadas en Londres unos meses antes de que el artista muriera en Madrid, en 1992. Todos los negativos habían quedado guardados en un cajón, por pudor. En esa sesión los dos habían hablado mucho de la muerte. Dublín 28/10/1909 - Madrid 28/04/1992

Ernest Lluch

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Eran las 10 de la mañana, Iñaki Gabilondo dirigía el programa con más audiencia de la radiodifusión española, “Hoy por Hoy” de la cadena SER. Dolorosamente emocionado hizo una pausa para rendir un especial homenaje a su amigo Ernest Lluch y presentó la que según él, era el aria favorita del catedrático catalán. O mio babbino caro (Gianni Schicchi), sonó llenando el más absoluto de los silencios y la canción de Lauretta quedó unida para siempre a la memoria de Ernest Lluch . Esta semana se han cumplido 10 años de su asesinato a manos de ETA. Fue un intelectual valorado, un político respetado, escritor comunicador, profesor, parlamentario, ministro socialista, rector de universidad y hombre extraordinariamente sencillo. La Plaza del Diamante , le recuerda con cariño mientras escuchamos la música de Puccini. Documentación: http://www.fundacioernestlluch.org/

Este Jueves, Relato. Las partes traseras

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La he visto de lejos y he acelerado el paso hasta quedar detrás de ella, a tan sólo unos centímetros del perfume de su pelo. Acomodo mi andar al ritmo del suyo, su paseo es lento y a su espalda recibo en secuenciales giros de viento, el olor de su cuerpo. Su largo cabello se extiende y se recoge, dejando al descubierto un cuello desnudo, y me sorprendo lanzando al aire besos imaginarios que se alojan en su blanca piel. La espalda se dibuja suave, simétrica, marcando las vértebras en los puntos en los que presiona el sujetador, ese que desabrocho con la mirada, dejando sus hombros al descubierto, calientes y húmedos. Se para y me paro, mis dedos se escapan en busca de su espalda que recorro a distancia de norte a sur, y el escalofrío... es mío. De nuevo caminando, en un ligero movimiento de cadera su falda marca sus redondos glúteos, suaves, nidos de ternura y placer, deseos parcelados al alcance de los ojos. No sé cuanto más soportaré mi prudencia, quizás un paseo más, como el de la vi