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Este jueves, Relato. El apego a un objeto.

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"El apego a un objeto... o dos" Los muy adultos, tenemos la memoria larga y la imaginación más larga todavía. Las “batallitas” tienen colores, misterio, magia, crean expectativas y se perpetúan en el tiempo, incluso algunas de ellas, llegan a parecer de verdad. Aquella tarde en Benicasim, (Castellón) me preparaba para un acto de relativa solemnidad, tanta como la que implicaba que te premiaran los amigos, vecinos y familiares... o sea, muy poca. Pero eso, sí, con mucho protagonismo, pues había hecho pleno en casi todas las competiciones deportivas. Las mesas de la cena en la que se entregaban los trofeos a los ganadores de las diferentes competiciones de las Fiestas, brillaban relucientes reflejando las luces de las farolas de la inmensa pinada. Jardín que por una noche se iba a convertir en el Cenador de una Comunidad engalanada, que por un momento cambiaba los   bañadores por tejanos y las chanclas por zapatillas. ¿Qué que tiene que ver todo esto

Abstracta Semana.

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Hoy, primer día de mi ausencia, me ahoga la melancolía y me desbordan los recuerdos... no quiero mirar atrás. Hoy, segundo día sin mirar atrás, perplejo en este nuevo amanecer, me lleno de pérdidas irrecuperables, no me caben más de las que traje. Hoy, tercer día, perdidas mis pérdidas, me veo oscuro y gris, y no sé como iluminarme para encontrarme... aunque sea la mentira. Hoy, cuarto día entre nubes, me visto de mentiras, me disfrazo de otro que se me parece, lo intento... pero no se lo cree. Hoy, quinto día de no ser yo, me circunda el amor, sólo tengo que estrechar el círculo y hacerlo mío...  se escurre, es de agua. Hoy, sexto día de llorar, intento rehacerme deseando el deseo, pero el deseo es muy caro y no está a mi alcance. Hoy, séptimo día de renuncias, me lleno de recelos y envidias gratuitas. Solo, llego hasta el horizonte, cruzo su puerta y me pierdo para siempre.

Este jueves, Relato. ¿Algo inolvidable?

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¿Hemos vivido algo extraordinario, especial, inolvidable? Ocupé mi asiento, y quedé sumido en la más total de las abstracciones. El color y las estrellas mariposeaban golpeándome como punzadas de alfiler dorado. Aires de fiesta, de ilusiones, de esperanzas y de miedos. Todos ellos se paseaban a mi alrededor, cubriendo mi aura; ésta, me protegía de dispersarme en ensoñaciones que no eran aconsejables y que además no deseaba. Encerrado en mi mismo, ausente del carnaval que se dibujaba delante y detrás de mí, recordé mis principios; aquellos en los que idealicé esta posibilidad extraordinaria, especial, inolvidable. Sentado, impaciente con vecinos impacientes, fiel a la espera con la mente perdida y los ojos distraídos en   piruetas ajenas, esperando el paso del tiempo. El espectáculo avanza y los mercaderes se confunden y se mezclan. Los de pedigrí con los bastardos... ¿En qué equipo juego yo? Cae la noche y sube el alboroto, de pronto se hace el silencio... es mi