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A fuego lento. El Cranc. Altea

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Al islote que hay frente al Cranc, se le conoce por el león dormido. Más hacia el sur el paisaje lo domina la bahía de Altea y el majestuoso peñón de Ifach, las lomas del Mascarat y su puerto deportivo. El único del mundo que coincide con el meridiano 000º 00' 00" de Greenwich. Fritura de pescado de la bahía. Mercado: Pescadilla, salmonetes, palallas, boquerones, harina, limón, sal y aceite de oliva Cocina: Limpiamos, lavamos y escurrimos los pescados. Calentamos bien el aceite para la fritura. Sazonamos los pescados, enharinamos y vamos friéndolos por tandas en el aceite caliente. Los sacamos y los dejamos escurrir sobre una fuente con papel absorbente. Para servir, disponemos en los platos dos o tres piezas de cada tipo de pescado. Acompañar de limón en gajos y ajo-aceite.

Este jueves, relato. Tengo obras en casa.

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Aquella casa, costó poco y pensamos que con un poco más, nosotros mismos podríamos restaurarla. Sólo había que sanear algunos tabiques, actualizar la fontanería, barnizar las puertas y ventanas... con una mano de pintura quedaría de "lujo" Me gustaría publicar que todo salió según lo previsto pero lo cierto, es que esa aparentemente sencilla reforma, se convirtió en la más terrible de nuestras pesadillas. Para nuestra desgracia, nunca una casa muerta, ha estado tan sospechosamente viva. Sólo teníamos que hacerle el boca a boca y sus pulmones comenzarían a funcionar. Sólo teníamos que aplicar a su cuarteado rostro un poco de maquillaje y sus arrugas desaparecían para siempre. Sólo teníamos que vestirla con un poco de seda y esta mona dejaría de ser mona. Sólo teníamos que inyectar un poco de vida y su descalcificado esqueleto brillaría como el más luminoso de los neones. Todavía me pregunto que salió mal. Tan sólo teníamos que elegir entre el bla

Este jueves, relato. Déjà vu.

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La lluvia me acompaña 24 horas al día, diluvia con intensidad. Las enormes e interminables gotas al chocar contra la tierra, emiten un ruido amenazante que te recuerda que estás a su merced, su insistencia y mi sumisión van de la mano. Asomado a la ventana de la habitación, no veo el momento de salir. 35 grados húmedos y mojados, son las lluvias largas en Tanzania. Cuántas horas, hasta que de por terminado el día y regrese de nuevo a esta jaula de oro con cretona inglesa en los muros y algodón indio en las ventanas. Extraño estas cuatro paredes, nunca serán mías. Me sobrecoge su proximidad y me asombra su lejanía. Sin embargo ahora, mientras espero, es todo lo que tengo, un refugio con mosquiteras, que bailan suaves al ritmo del run, run del ventilador. Mientras espero, me vence la monótona y persistente cadencia. Por un momento, despierto a la realidad y contesto a la señal de la recepción: -Gracias, bajo enseguida-  Al cerrar la puerta, el golpe seco me recuerda