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Este jueves, relato. SE VENDE (a cuatro manos)

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Aquel lunes de otoño de 2020, Tomás, responsable de mantenimiento, llegó al museo puntual como cada mañana. Le llamó la atención un cartel colocado en lo alto de la puerta que, en grandes letras fosforescentes, rezaba así: “SE VENDE” . Perplejo y desconfiado, esperó la llegada de Don Antonio, el Director. Él le sacaría de dudas.       -Es una decisión de las altas esferas- le contestó su jefe.     -El Ministro ha dicho ya su última palabra. Ha decidido que hay que cerrar y venderlo todo por cambio de orientación en el negocio. ¡Malos tiempos para el Arte, Tomás! Ahora “molan” otro tipo de valores. Y no va a consentir por más tiempo la exposición pública de todo ese material obsceno y subversivo: Ese borracho con las uvas babeando por la cara, o ese otro de las Tres Gracias, clara e intolerable demostración de lesbianismo, o esa Maja enseñando su cuerpo de forma lasciva. ¡Esas Lanzas de Breda que acaban  recordando la Independencia de los Países Bajos! Y todas esas tonel

A fuego lento. Museo Peggy Guggenheim - Venecia

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El paseo por el Gran Canal, es uno de los más recomendados en la visita a Venecia. Sus palacetes de fachadas húmedas, los viejos hoteles de aspecto rancio y los estucos de las paredes luciendo la más amplia gama de colores. La vista se va acostumbrando a esa riqueza de matices, sensaciones e historias escondidas entre la estrechez de sus callejuelas. El museo Peggy Guggenheim es una sorpresa blanca, fresca.  Un volumen diferente, presidido en su terraza delantera por una escultura ecuestre de Marino Marini de una obscenidad subyugante . Después de disfrutar con la abstracción, el surrealismo y el expresionismo abstracto, su restaurante es la mejor escala para reponer equilibrar fuerzas. El Antipasto, es el aperitivo frío servido antes del plato principal, plato tradicional de la cocina italiana. Incluye desde especialidades del chef hasta las sencillas aceitunas. Su objetivo es abrir el apetito sin saturar los sentidos. Un preludio al gran banquete de carnes o

Este jueves, relato. "A la luz de una vela"

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Su voz era como un susurro cansino, hablaba y hablaba sin obviar detalles. A esas horas de la noche, los pormenores sobre la historia de nuestra familia me adormecían sin poder evitarlo; bueno, era la noche y no los pormenores, pues había sido yo el que había animado a mi madre a contarme de nuevo esas aventuras que tanto me entretenían. Con la cabeza apoyada sobre el mantel de hule, la miraba en un esfuerzo agradecido por ser como era. Ella, mientras hablaba seguía cosiendo, pespunte tras pespunte, hilván tras hilván. La vela, constante, sabía que no podía consumirse antes de que ella acabase su trabajo. Sus manos y los bajos de aquel traje de novia estaban iluminados al cien por cien, la penumbra era la dueña del resto. Su rostro, quedaba sesgado en un contrastado claroscuro. Era guapa, ancianamente guapa, sus arrugas parecían tener nombre propio. Los ojos perseguían la aguja, haciéndola coincidir con la tela y después con la superficie metálica del dedal. T