Este jueves, relato: Círculo vicioso.
Mi círculo no es solo un círculo. Es un círculo con dos líneas rectas que se mueven aunque yo no las vea moverse. Dos líneas diferentes, no solo de longitud, que también. Una, la más larga, corre más. La otra, la menos larga, menos. La larga es más fina y estilizada y, si no fuera porque no la veo moverse, diría que es más ligera. La corta, gordita y mofletuda, afirmaría que, si no fuera porque no la veo moverse, es más lenta. Solo se mueven cuando no las miro, si lo hago quedan quietas, paralizadas, avergonzándose de que su movimiento las delate y el que las mira, que soy yo, descubra su dirección. ¿Hacia la derecha? ¿Hacia la izquierda? ¿Para arriba? ¿Para abajo? Mi círculo no es que sea mudo, que lo parece. Habla todo el rato con un s ecuencial , obstinado, incesante y continuo: «Tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac, ti